viernes, 8 de enero de 2010

Con (el) texto

Lo que escribo, cuando lo leo, se vuelve el doble de mi pensamiento. Se parece demasiado a él, después de todo, es un momento de mí propio pensamiento, pero no es igual a él. Cuando leo, no hay uno sino dos pensamientos a la vez, y los dos pareciendose se mueven de modo tan similar que los confundo, pero lo que aparece en su similitud es una pequeña diferencia que al enfocarla me conduce a una percepción del tiempo. Es de esta diferencia-tiempo la que produce a mi pensamiento y no de la otra manera. Esa diferencia es la forma del tiempo, pués este no es lo que metafóricamente podría llamarse una superficie plana. El tiempo es cualitativo y no cuantitativo. Solo una pequeña dimensión del tiempo puede ser cuantificada. Pero la cualidad del tiempo es la experiencia inmediata de la propia vida y de la vida de los objetos, y en esta el tiempo se detiene adquiere una segunda dimensión, la del evento, lo que sucede. Esta segunda dimensión sin embargo se ve cortada, o difuminada por la velocidad de su primera dimensión. Una dimensión es dinámica (movimiento, velocidad) la otra es energética (contemplación, concentración, atención, contensión, intensión). Hay por lo menos dos vías en el tiempo, la "científica" y la "artística". Es por ello, porque la ciencia es movimiento que puede progresar, para el arte, por su lado, no puede afirmarse progreso alguno. Los cambios de paradigma en las ciencias sin embargo suponen en la ciencia un cambio de mirada. Es la mirada el aspecto "artístico" de la ciencia (de ahí la belleza de las ecuaciónes, de sus figuras y de sus ideas). Ciencia y arte no son las dimensiones del tiempo, son concentraciones, nudos especiales, aglomeraciones donde predomina más una dimensión del tiempo que la otra. No hay dualidad entre las dimensiones del tiempo, no hay oposición entre ellas, lo que hay es mezcla heterogénea.

El tiempo es la contextura de la percepción, y esta no es sino de tiempo, así también, el resto de la subjetividad, y su otro elemento básico, el pensamiento, el otro nombre de la percepción.